Beatriz Díaz recibe el prestigioso premio «Camerino 22»

Beatriz Díaz recibe el prestigioso premio «Camerino 22»

En ediciones anteriores fueron galardonados directores de la talla de Alberto Zedda y Maximiano Valdés, cantantes tan acreditados como José Bros y Carlos Álvarez, y el escenógrafo y director artístico Emilio Sagi

En origen, el camerino 22 era el que ocupaban los tenores, barítonos y bajos del Coro de la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo en el Teatro Campoamor durante el desarrollo de la temporada, y que entregan desde hace años los premios «Camerino 22 al Personaje de la Temporada».

La Agrupación Camerino 22 esta actualmente desvinculada del Coro de la AAOO y se ha convertido en Asociación Cultural, centrada en el mundo de la ópera en general y en la temporada lírica de Oviedo en particular.

El texto íntegro del acto de entrega dice así:

El pasado 29 de enero en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo se hizo entrega del premio «Camerino 22» en la persona de la soprano asturiana Beatriz Díaz, una de las voces más interesantes y con más proyección de la escena española. La presentación corrió a cargo del Presidente de la Asociación, Alberto López Coya, y la exposición de motivos a cargo del Secretario de la Asociación, Galo Sánchez, que dice así:

Dice una copla popular allerana:

De Boo salen los papúos,
de Nembra, los fardeleros,
de Muries y Santibanes,
xugaores y ferieros.

Estamos finalizando la controvertida LXI Temporada de Ópera y vamos a tener la satisfacción de entregar el Premio de este año a la soprano Beatriz Díaz, a quien agradecemos su presencia en este sencillo acto.

Beatriz sí se puede decir que es profeta en su tierra. Nacida en el concejo de Aller, de pequeña acompañaba a su padre por toda Asturias cuando Ricardo el de Boo se presentaba a concursos y certámenes de canción asturiana. La única forma de que la niña parara quieta era escuchando tonada, recuerda su padre. Menuda e inquieta Beatriz fue empapándose en el aprendizaje de la canción tradicional y con tan sólo 6 años cantó frente al público, en las fiestas de San Juan de su pueblo natal, canción que había aprendido de tanto oírla ensayar a su padre. La pequeña era todo un reclamo y se lo pasaba en grande cantando por romerías y concursos de folclore.

Los comienzos con la tonada le valieron, según afirma ella misma, para superar el pánico escénico y para desarrollar su capacidad auditiva, cualidades que ciertamente le son innatas y que no pasaron desapercibidas para sus padres, que decidieron que estudiara solfeo y piano en el Conservatorio de Música de Aller, compatibilizando pronto el instrumento con el canto. Los caprichos del destino hicieron que no fuera seleccionada para entrar a cursar el Grado Medio de Canto en el Conservatorio (¡quién lo iba a decir!), gracias a lo cual comenzó a recibir clases particulares con Elena Pérez Herrero, a quien considera su maestra.

Hasta entonces la canción para ella había sido un hobby y ahora empieza la lírica a calar en sus huesos. Pronto se da cuenta de que no puede seguir con la tonada y la decisión de dedicarse a la lírica profesionalmente llegó con el tiempo, aunque afirma seguir teniendo apego a la canción asturiana.

A lo largo de su carrera ha participado en clases magistrales con grandes nombres del canto como Elena Obraztsova, Montserrat Caballé y Mady Mesplé, además de conseguir una beca para estudiar en Vignola con la mítica soprano Mirella Freni. Es premiada en el «Concurso Internacional Ciudad de Logroño» como «Mejor intérprete de zarzuela», «Voz de más porvenir» en el «X Concurso Internacional de Canto Julián Gayarre» y «Mejor cantante de zarzuela» en el «XI Concurso Internacional de Canto Acisclo Fernández Carriedo» (Teatro de La Zarzuela de Madrid).

Por último, en 2007 salta al primer plano de la lírica al ser la ganadora de la «44 edición del Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas», el más prestigioso de España, que se celebra en el Liceo de Barcelona, y uno de los más importantes a nivel internacional. Y lo hizo a lo grande, llevándose el principal galardón y otros cinco premios en otras tantas modalidades especiales, lo que le abrió unas perspectivas hasta entonces inimaginables en su trayectoria artística. Por cierto, que Beatriz pensaba que en la primera fase ya quedaría eliminada y no llevaba suficiente indumentaria para tantos días. Eso sí, una vez conseguido el galardón cumplió con la promesa que había hecho y cogió la bicicleta desde Cangas de Onís para ir a Covadonga, santuario al que acude todos los años para poner una vela a la Santina.

En el mes de noviembre del pasado año debutó en el Carlo Fenice de Génova, uno de los teatros representativos de la escena italiana, como Musetta en el primer reparto de La bohème representada, y recientemente ha sido llamada por Riccardo Muti, uno de los pocos mitos vivientes de la dirección orquestal, para cantar la Missa Defunctorum de Giovanni Paisiello en junio, nada menos que en Salzburgo, repitiendo después en Florencia y Rávena.

En el ámbito doméstico, Beatriz hizo su debut en la Temporada de Ópera de Oviedo interpretando el papel de Caterina en L’Amico Fritz (2002), al que siguieron Bianca y Gabrielle (La Rondine, 2003), Rose (Lakmé, 2003) y un Pastorcillo en Tannhäuser (2005) – transmutada a virgen, quizá por eso no viene en el programa oficial impreso -, obras en las que tuvimos la satisfacción de compartir elenco. Finalmente, en el «Ballo» que ahora se está representando, asume ya el comprometido papel de Óscar, según el libreto, paje del Conde… Por cierto, casualidades de la vida, Ricardo y Amelia son los nombres de los padres de Beatriz.

Desenvuelta en escena, siempre cercana, con esa modestia y ese comportamiento natural que tanto la caracteriza, Beatriz va camino de convertirse en la más importante cantante asturiana de todos los tiempos. No obstante, sigue con los pies en el suelo y con mucha precaución, consciente de lo efímero que puede resultar el mundo de la lírica. Asume la necesidad de ir paso a paso, aprovechando las oportunidades que se presentan, abriendo puertas y sin meterse en urnas de cristal. No quiere correr demasiado, de momento está cómoda con una Micaela o una Musetta, papeles cortos pero ciertamente importantes. Más adelante llegará sin duda la consolidación en, entre otras, Mimí, Margarita, Susanna, Elvira (I Puritani), repertorio más lírico y que se adecua perfectamente a su registro vocal.

Como buena profesional, el día que tiene actuación no habla con nadie y la concentración es total. Habrá que estar atentos para ver cómo responde en otro concierto mucho más singular que va a celebrar el 15 de agosto próximo, fecha en la que se unirá como pareja con un candasín al que está metiendo en el mundo de la lírica, me dicen, sin problema alguno. Nuestra más cordial enhorabuena.
Acabo con otra trova de Boo referente a los escondidos «tesoros de los moros»:

En Tixeres Cimeres,
baxo una piedra caliar,
hay tres arrobes de oro,
txabraes y en sin txabrar.

Habrá que buscar la rima precisa para incluir en el refranero popular, siempre tan sabio, que bajo esa piedra del paraje de la Enrecierta también hay un diamante, bien
«txabrau», cuyo brillo canoro traspasa los límites de ese cordal e ilumina, cada vez con más intensidad, el paisaje lírico nacional e internacional.

Comunicación Lírica Pura, 30 de enero de 2009