El cumpleaños del Campoamor, una fiesta multitudinaria

El cumpleaños del Campoamor, una fiesta multitudinaria

Miles de personas se reúnen a las puertas del teatro para disfrutar de un espectáculo de luz, color, música y danza


Parecía el primero de mayo. O la ceremonia de entrega de los premios «Princesa». O una noche de sábado en plenas fiestas de San Mateo. Pero lo que se celebraba anoche en Oviedo era otra cosa. A las nueve de la noche la ciudad se paralizó para celebrar que su querido teatro, el Campoamor, alcanza los 130 años. A las puertas del coliseo se congregaron miles de personas para disfrutar del espectáculo que la Fundación Municipal de Cultura y la Fundación Ópera de Oviedo habían diseñado para la ocasión, un despliegue de luz y color, de música, danza y humor, a la altura de la ocasión. Una multitud que copó la plazuela frente al teatro, pero también la Escandalera, donde acertadamente se había instalado una gran pantalla para seguir en directo el show, y los tramos próximos de las calles Pelayo, Argüelles y Uría. Algunas fuentes cifran entre 10.000 y 15.000 personas la afluencia. No parece exagerado.

El inicio remarcó la complicidad entre el teatro y su público, subvirtiendo el habitual mensaje de «apaguen sus teléfonos móviles» por uno en el que se invitaba a los asistentes a sacarlo, tomar fotos y grabar. No hubo que decirlo dos veces, porque el montaje invitaba a ello.

El periodista Pachi Poncela ejerció de narrador, con sucesivas y cómicas injerencias del peculiar electricista del teatro en aquel 1892 en el que se inauguró el coliseo: Luis, al que encarnó el actor Manu Lobo. El periodista y el actor fueron narrando la historia del teatro y dando entrada a las sucesivas actuaciones. Todo ello con la fachada del Campoamor como telón de fondo, pero cambiando continuamente de faz gracias al espectacular vídeo mapping, perfectamente integrado en la fisionomía del coliseo ovetense, regalando a los asistentes momentos de singular belleza, como el sucesivo engalanamiento de todos los balcones, o una impactante recreación del incendio que arrasó el teatro en 1934.

En este privilegiado escenario, brillaron todos los artistas. Las bailarinas Carla Rodríguez y Ana Morales y el bailarín y coreógrafo Antonio Perea, todos ellos de la Compañía Konraza, protagonizaron sendos números de danza. Entre medias, en una proyección coincidieron la soprano Beatriz Díaz y la cantante de tonada Anabel Santiago, en un espectacular dúo en el que saltaron de la ópera (entre las piezas que sonaron no faltó una de Los hugonotes, la obra con la que se inauguró el teatro el 17 de septiembre de 1892) a la zarzuela (cantaron «Carceleras», de Las hijas del Zebedeo) y de ahí a la canción asturiana («Al pasar el puertu»). La orquesta Oviedo Filarmonía, dirigida por Óliver Díaz, las acompañó en este vertiginoso viaje, en un arreglo musical que se grabó dos semanas atrás y que, proyectado sobre la fachada de un Campoamor en llamas, arrancó sonoros aplausos entre la multitud.

Beatriz Díaz volvería al final del show, en carne y hueso, saliendo por la puerta principal para interpretar en directo «O mio babbino caro», aria de la ópera Gianni Schicchi, recibiendo el calor y la ovación de un público entusiasmado. Era el colofón a media hora de intenso espectáculo, que Poncela y Manu Lobo cerraron con un guiño a «Casablanca» en forma de frase mítica: «Creo que este es el inicio de una hermosa amistad».

«As time goes by», la mítica canción que une a Rick e Ilsa en la película, cerró definitivamente el espectáculo. Y esos dos amantes que en el inmortal tema «cortejan y aún dicen ‘te quiero’», que anoche no eran otros que el Campoamor y su público, se despidieron, con la promesa de reencontrarse más pronto que tarde, para compartir muchas más noches memorables.



La Nueva España, 22 de octubre de 2022 · Franco Torre