Espectacular «Carmina Burana» en Oviedo

Espectacular «Carmina Burana» en Oviedo

La Fura dels Baus, el Orfeón Pamplonés y Oviedo Filarmonía ponen en escena la cantata de Carl Orff con Beatriz Díaz al mando del reparto solista.

La colección de cantos medievales reunidos en un manuscrito encontrado hace dos siglos (1803) en Alemania y revisado por Carl Orff para confeccionar su famosa Carmina Burana, estrenada en 1837, llega a Asturias.

Pero no viene sólo con su estructura rítmica habitual, envolviendo la orquesta y los coros, subrayando su abundante y espléndida percusión. Llega esta pieza, en la que el compositor alemán se dejó influenciar por Las bodas y Edipo Rey, de Igor Stravinski, envuelta en un espectáculo trepidante.

Con poco más de una hora de duración y dividida en cuatro partes: la Fortuna, la Naturaleza, la Taberna y el Amor, lo firman de un lado La Fura dels Baus, capaz de reconstruir en cada actuación el concepto de sorpresa, y de otro el Orfeón Pamplonés, veterana formación coral que suma 120 voces y toneladas de entusiasmo. Hace sonar la música la orquesta Oviedo Filarmonía, con Marzio Conti en la dirección, y ponen su instrumento vocal como solistas, las sopranos Beatriz Díaz y Luca Espinosa, el contratenor Xavier Sabata y el barítono Thomas E. Bauer.

Eso vino a decir el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, que asistió ayer jueves a la presentación de la obra en rueda de prensa y destacó «la apuesta por una de las grandes obras del repertorio sinfónico-coral y por uno de los más importantes colectivos teatrales a nivel mundial», junto a un coro de enorme prestigio, un reparto solista de nivel muy importante, y una orquesta sinfónica en imparable ascenso, la ovetense, capitaneada por su director titular.

El ensayo de ayer dejó ya al primer público –donde tampoco faltó de nuevo el alcalde– con los ojos abiertos y ganas de volver a experimentar todas las sensaciones que la combinación de talento y energía artística allí concentrados logra transmitir a los espectadores. En el escenario, después de la propina, el acelerador de partículas artísticas todavía seguía funcionando, inagotable e incansable. «Vamos a seguir ajustando algunas cosas con el coro, si quieren nos pueden acompañar, no nos importa». Y Conti volvió a darse la vuelta y siguió trabajando.

PARA LOS MUY MELÓMANOS Y PARA LOS AMANTES DE LA ESCENA

Esta nueva Carmina Burana, que se representa el viernes, 12 y el sábado, 13 en el Teatro Campoamor y abrirá el VIII Festival de Verano de Oviedo, reúne lo que sus responsables definen como un montaje «sensorial, musical y teatral», cargado de vitalidad y energía, y dirigido a «un nuevo público, melómano y amante de las artes escénicas por igual». Para sumar intereses teatrales con belleza musical La Fura dels Baus ha tomado los poemas medievales, que hablan de amor y de taberna, que describen escenas estudiantiles y más de una sátira, y ha construido con ellos un Carmina Burana convulso y trepidante, algo visceral y «de principio a fin asombroso». El director teatral Carlus Padrissa, responsable del montaje de «La Fura», cree también que una de las virtudes de esta Carmina Burana es que es «un muy buen plato para que la gente pueda engancharse al mundo de la ópera. Es la pieza popular más importante del siglo pasado y es perfecta para todo tipo de espectadores».

Animado por una filosofía de la vida «sencilla y directa», el espectáculo tiene como reto envolver al espectador en impactantes cuadros escénicos, aliñados con efectos especiales e incluso con determinadas fragancias que viajan desde el escenario al patio de butacas. Advierten sus responsables que parte del encanto de esta pieza, miles de veces representada, pero nunca como en esta ocasión, radica en la «sencillez». Sin embargo no es una sencillez al uso, pues el concepto se nutre aquí de grandes dosis de efectismo. Un efectismo que ha dado muy buenos resultados y provocado intensos aplausos.

LARGAMENTE OVACIONADA POR EL PÚBLICO Y  LA CRÍTICA

De hecho, «Orfeón» y «Fura» llevan juntos con este espectáculo desde 2009. Ese año, en agosto, fue estrenado en San Sebastián y desde entonces solo han logrado elogiosas críticas. Para Cosme Marina, responsable artístico del Festival de Verano y crítico musical de Abc, La Nueva España y Ópera Actual, «en el torrente imaginativo de “La Fura” hay una máxima esencial. El respeto absoluto hacia la música, a la partitura, para construir desde la misma. De esta manera edifican poderosas imágenes en un discurso visual ajustado perfectamente a la misma, sin salirse del guión en ningún momento», comentaba a propósito de la representación de la obra en Las Palmas de Gran Canaria en 2012. «La exaltación procaz sobre la que se sustenta la colección de poemas sobre la que Orff crea su cantata escénica, se adapta como un guante al lenguaje furero, a su opulencia carnal y fogosa. La mezcla de la exaltación satírica y cierta ingenuidad didáctica cobra fuerza en la versión ondulante de “La Fura”, en sus impactantes efectos videográficos, en la salvaje y sorprendente actuación del colectivo y los cantantes». La «exuberante» versión que llega a Oviedo agrupa «una suma de fuerzas muy significativa» declaró Marina este mismo jueves.

Y no solo en España. Este Carmina Burana, que eleva a sus solistas en enormes grúas y los sumerge en el agua de una especie de piscina, ocupando el centro del escenario, ha estado también en Florencia y Lyon y allí la respuesta del público fue siempre más que positiva.

Pero el montaje de Oviedo tendrá su propia personalidad. A cada lugar «La Fura» le da un toque de singularidad. No faltarán, sin embargo, el gran cilindro de diez metros de diámetro envolviendo literalmente la orquesta, mientras los cantantes y las imágenes proyectadas sobre él ilustran la obra de principio a fin. Se despertará en el «Campoamor» una Luna gigante, habrá deshielo, cascadas, éxtasis floral, una vendimia en directo. Y no faltarán el vino, el agua y el fuego.

Se trata de un espectáculo que promete poner sobre el escenario una «Fura dels Baus» en estado puro, logrando que la partitura que tiene entre los dedos crezca con cada una de las cargas visuales de profundidad que emiten. Y todo eso permitiendo que la llama de la música de Carl Orff se mantenga siempre encendida. «Un gran reto», afirma su directora Zamira Pasceri, donde la clave «es aplicar el “código furero” a una puesta en escena altamente sensorial».

En esa misión tiene una importancia extraordinaria la veteranía del Orfeón Pamplonés, que, pese a ser una formación no profesional, es «pionero en el estreno de grandes obras sinfónicas». En concreto, la cantata de Orff está muy presente en su repertorio, «especialmente en los últimos años», según su director Igor Ijurra, quien recuerda que la idea de fusionar la fuerza de la partitura con la puesta en escena de La Fura dels Baus «da como resultado un Carmina Burana lleno de imágenes mágicas».

Y parte de esa magia radica en la fidelidad a la partitura original y la calidad de una música interpretada por un coro que, «como expresó en su momento The New York Times, se ha convertido en especialista en esta obra».

LA FUERZA DE LA POPULARIDAD

Con Carmina Burana el afamado compositor alemán Carl Orff logró crear lo que ya entonces se dio en llamar un «teatro total». Precisamente es esa la esencia que ahora se recupera voluntariamente, en la que la música y la palabra colaboran para «crear un efecto arrollador». La obra se estrenó el 8 de junio de 1937 en la Frankfurt Ópera alemana, con Bertil Wetzelsberger a la batuta y Oskar Wälterlin en las labores de la dirección escenográfica, gozando siempre, incluso en aquella primera representación, de un enorme éxito.

Tal fue así que logró cambiar totalmente la carrera de su autor, quien a sus 42 años, era más conocido como pedagogo musical que como compositor, vocación y profesión que, finalmente, le habrán de acompañar para siempre en los anales de la historia de la música.

Doctor Honoris Causa, ciudadano honorario de Munich y de Salzburgo, profesor titular de la Escuela Superior de Música y Artes Representativas «Mozarteum» y miembro de la Academia Bávara de Bellas Artes, había nacido en la capital muniquesa el 10 de julio de 1895, en el seno de una familia de eruditos, y falleció tras larga enfermedad el 29 de marzo de 1982 en su ciudad natal.

En Carmina Burana pudo desarrollar su propio estilo. Bien sabido es que se expresaba Orff con la melodiosidad de canciones populares, o sea, por medio de la extensión tonal limitada y valiéndose de los ritmos que pronunciadamente llamaban al movimiento, elementos que le eran familiares a través de las danzas de los siglos XVI y XVII, las cuales había estudiado con sumo cuidado y arreglado para muy diversos instrumentos.

La renuncia a la armonía altamente elaborada y el quiebro de la técnica del desarrollo motívico le fueron llevando paso a paso e inevitablemente al que se ha dado en llamar «ostinato», es decir, a «la permanente repetición de la substancia melódica, rítmica y armónica», remarcaba con gran resonancia en la revista española Ritmo el especialista en el autor alemán y su obra, Lilo Gersdorf, sólo unos pocos meses después de su fallecimiento.

Abc, El Comercio, Europa Press, La Nueva España y La Razón, 12 de julio de 2013