Estampa sonora de Madrid

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«La del manojo de rosas», la obra más representada en la historia del Festival de Zarzuela de Oviedo, regresa el jueves al Teatro Campoamor


La primera edición del Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo se abrió, en 1994, con La del manojo de rosas, en una producción del Teatro de la Zarzuela dirigida por Emilio Sagi, con vestuario de la diseñadora ovetense fallecida el pasado año Pepa Ojanguren. Aquella versión de la zarzuela de Pablo Sorozábal no solo alcanzó un notable éxito, repetido en Oviedo en ocho temporadas, sino que adquirió un valor especial como símbolo de la dignificación del género español. La del manojo de rosas estuvo a la vanguardia de la batalla para eliminar ciertos prejuicios y adecentar -«quitarle la caspa», se solía decir- a la zarzuela. Además de su calidad dramática y musical, Emilio Sagi tenía una especial querencia familiar por esta obra que Sorozábal compuso a instancias de su abuelo, el empresario teatral y cantante Emilio Sagi Barba, y que fue estrenada en 1934 por su tío, el barítono Emilio Sagi-Vela, en el papel de Joaquín.

La del manojo de rosas es una de las señas de identidad de la temporada ovetense. Durante varios años, el cartel anunciador del Festival se inspiró en esta zarzuela, la más representada en toda la historia del Campoamor. El próximo jueves, día 20 de mayo, y el sábado 22, a las 20 horas, regresa la obra de Sorozábal, bajo la dirección de Óliver Díaz al frente de Oviedo Filarmonía y la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Contará con la dirección escénica de Emilio Sagi, la escenografía de Gerardo Trotti y el vestuario de Pepa Ojanguren. Estará interpretada por Carmen Romeu (Ascensión), Alfredo Daza (Joaquín), Juan Noval (Ricardo), Beatriz Díaz (Clarita), Milagros Martín (Doña Mariana), Ángel Ruiz (Espasa), David Pérez Bayona (Capó), Enrique Baquerizo (Don Daniel), Fernando Marrot (Don Pedro) y Carlos Mesa (un inglés).

Sainete lírico

Sobre un ingenioso libreto de Francisco Ramos de Castro y Anselmo Cuadrado Carreño, Sorozábal compuso La del manojo de rosas, definida por sus autores como «sainete lírico madrileño en dos actos y seis cuadros». El título de la zarzuela está tomado de una frase de La Revoltosa, de Chapí. Ambientada en los años treinta del pasado siglo, los autores dibujan con realismo y gracia no exenta de cierta tensión social un rico muestrario del Madrid de la II República. La acción transcurre en la plazoleta de un barrio de Madrid en el que coexisten un café, una floristería y un taller de coches. En esa plaza se desarrolla, sin concesiones al sentimentalismo, la historia de amor entre Ascensión, la florista de «La del manojo de rosas», y Joaquín, estudiante que trabaja como mecánico.

Sorozábal poseía, además de un oficio musical excepcional, perfeccionado durante su juventud en Alemania, un sentido muy acusado de lo que hoy llamaríamos «el mestizaje», la fusión de músicas muy diferentes, a las que impregnaba de un sello personal. Esa mezcolanza inteligente e inspirada es una de las cualidades musicales de La del manojo de rosas. En primer lugar, como elementos individuales de esa mezcla sobresalen las referencias musicales al mundo de la zarzuela, desde las breves citas a Chapí a las romanzas típicas del género, con cantos tan emblemáticos como «No corte más que una rosa» o «Madrileña bonita». En segundo lugar, nos encontramos con dúos inspirados en bailes y danzas, desde el famoso «Hace tiempo que vengo al taller», una briosa declaración de amor a ritmo de pasodoble, hasta la famosa habanera sentimental «Que está esto muy bajo», uno de los fragmentos más líricos de la historia de la zarzuela. El chotis madrileño, sin perder el tono chulesco, adquiere matices reivindicativos en el dúo entre Joaquín y Ricardo «¿Quién es usted? -Mussolini. ¿Qué busca aquí? -Lo que quiero». Entre los aires flamencos, nos encontramos con la farruca «Chinochilla de mi charniqué», y el mundo del charlestón, de actualidad en los años treinta, se recoge en el fox-trot «Si tú sales a Rosales».

Esta amalgama musical está al servicio de una estructura dramática que, por su cierto toque castizo, enlaza con el sainete decimonónico, pero por su realismo se adentra en una nueva concepción del teatro lírico español. La del manojo de rosas es, en parte, el canto del cisne de los sainetes castizos de Bretón y Chapí, pero también mira hacia un realismo lírico, de una gran belleza musical.

El Comercio, 16 de mayo de 2021 · Ramón Avello