Riccardo Muti y Beatriz Díaz se reencontraron en Oviedo

Riccardo Muti y Beatriz Díaz se reencontraron en Oviedo

La soprano asturiana felicitó al gran maestro italiano al concluir la primera función del extraordinario «Fasltaff» que dirigió en el teatro Campoamor de la capital.

Corría el año 2009 cuando Beatriz Díaz vio cumplido uno de sus mejores sueños profesionales: trabajar a las órdenes de Riccardo Muti. Es un «recuerdo imborrable» que la cantante atesora en la memoria con la sencillez de quien va horneando serena, pero valerosamente, una carrera de relieve internacional y que recibió como un regalo caído del cielo artístico donde habitan un puñado de elegidos para hacer de la música retablo de virtuosismo y causa de mayor grandeza.

Después de arrasar en el concurso internacional de canto «Francisco Viñas», uno de los más importantes de cuantos se celebran en el mundo y de conseguir en la misma edición, celebrada dos años antes, el primer premio de su categoría y alzarse con cinco más -a «la mejor cantante española» patrocinado por Plácido Domingo, a «la mejor intérprete de zarzuela», el «premio especial del público» y los concedidos por la Compañía de Ópera de São Paulo y por la Escuela Superior de Música Reina Sofía- su privilegiado instrumento subió muchos enteros y el distinguido maestro napolitano le propuso interpretar el papel solista de la Missa Defunctorum de Giovanni Paisiello, tras la audición previa que había superado con creces a finales de diciembre de 2008.

Aquella grata noticia, que la llevó a interpretar la pieza en el Festival de Salzburgo, el Maggio Musicale Fiorentino, Santa Apollinare in Clase de Rávena, y en los teatros de Piacenza y Udine bajo la dirección del reputado continuador de la estela del inolvidable Arturo Toscanini, con quien aún cantaría un delicado concierto en el Duomo de Monza, llegaba con otra misiva no menos seductora.

A petición del maestro debía incorporarse, inmediatamente, a los ensayos de la ópera Iphigènie en Aulide de Christoph Willibald Gluck para encarnar a la diosa Diana y lo debutó, con exquisita brillantez, el 17 de marzo de aquel glorioso 2009 en la «Ópera de Roma» con la «eminencia» de Muti en el atril y sus energías emocionales «en estado puro».

Díaz, que ya había vaticinado que Oviedo escucharía un «irrepetible Falstaff», bajó al camerino a saludar al mito y a Cristina Mazzavillani Muti, directora escénica de la producción, al acabar la primera de las dos representaciones, el día 31 de julio. «Siempre agradeceré con todo mi corazón el magnífico trato personal que me vienen dispensando», aseguró la soprano a este diario. «Ambos demuestran una gran sensibilidad confiando en el talento de los jóvenes y abriéndonos puertas a las que, a veces, es difícil acceder, además de aconsejarnos para obtener la mejor versión de nosotros mismos». Y sobre las dotes magistrales del director añadió: «Para mí nunca fue tan fácil entender un gesto, una dinámica».

La mejor voz lírica asturiana de este siglo, que acaba de cosechar un resonante triunfo en Macedonia con la cantata Carmina Burana en adaptación de «La Fura dels Baus», compañía con la que repetirá la célebre obra de Carl Orff el próximo noviembre en Taiwán, ya mostró su enorme admiración y entusiasmo cuando Muti fue galardonado con el premio «Príncipe de Asturias de las Artes» en 2011. «Es un director muy profundo. Cantar bajo su batuta te hace madurar», dijo entonces Díaz a preguntas de la cadena SER.

En otro medio regional manifestó la pasada semana: «Te exige mucho, pero tiene mucha paciencia, recibes lección tras lección, acude a los ensayos mañana y tarde. Hay un antes y un después de Muti en mi trayectoria» y destacó «la generosidad, su respeto a la tradición. Con él creces cualitativamente porque quieres estar a la altura, no hay dinero que lo pague».

AM Cultura, 6 de agosto de 2015