
17 Dic Tres por uno en el Auditorio de Oviedo
La asturiana Beatriz Díaz mostró la amplia versatilidad de su voz y su gran talla como solista de lujo.
Cuando en un Auditorio como el Príncipe Felipe de Oviedo coinciden la orquesta «Oviedo Filarmonía», el coro «León de Oro» y dos solistas de la talla de Beatriz Díaz y Borja Quiza, podemos hablar de tres conciertos en uno, desvelando misterios trinitarios y rozando la perfección por los cuatro costados.
El nexo común, un director como Marzio Conti, que desde su llegada a la orquesta ovetense ha sabido establecer un permanente diálogo con la ciudad. El lenguaje elegido: la buena música. Sin perjuicios de repertorio y estilos, su criterio parece siempre convincente y reconocido por el aplauso del público.
La primera obra de este concierto sinfónico-coral, Lamentum in mortem herois, de S. Rendine (1954), estreno absoluto por encargo de la «Oviedo Filarmonía», desplegó una clima oscuro, fúnebre y marcial, acentuado por el ritmo de marcha de la percusión y los metales. Dotado de un lenguaje de reminiscencias medievales y coloridos cinematográficos, que en algún pasaje recordó a J. Williams, resultó un éxito, con el coro desarrollando todo su potencial. Muestra, una vez más, del trabajo realizado por su director, M. A. García de Paz, en el que empaste, afinación e impostación no varían en los cambios de dinámica, por brusca que ésta sea.
Los Nocturnos de C. Debussy (1862-1918), para orquesta y coro femenino, llenaron de luminosidad el ambiente heredado de la obra anterior. La cuerda, delicada y llena de brillo, creando atmósferas a una madera dialogante y de carácter solista.
El Requiem de G. Fauré (1845-1924), culmen del programa, quedará como referente entre los escuchados en la capital del Principado. Un Conti seguro de su orquesta, concentrado en el coro y contenido en la expresión, casi orante, capaz de domar al «León» y transformarlo en un ser alado, etéreo en el «Sanctus» iniciado por las sopranos. Beatriz Díaz (aún la recordamos en la Liù del «Campoamor»), crecida en un «Pie Jesu» vibrante, mostró la versatilidad de su voz como contrapunto ideal a un Borja Quiza de registro equilibrado y potente agudo en el «Libera me».
La Nueva España y Comunicación Lírica Pura, 16 de diciembre de 2012