06 Jun «La bohème», un nuevo reto operístico en el ADDA
El auditorio prepara el montaje de su segunda ópera, que se representa los días 7, 9 y 11 de junio | «Lo valiente es que se haga aquí», indica el director de escena Emilio Sagi
→ A Emilio Sagi, uno de los grandes directores de escena español, le estimulan los retos de montar óperas en el ADDA, un espacio a priori no adecuado para ello por carecer de tramoya para los cambios de decorado. A Josep Vicent, director artístico del auditorio alicantino, también. Ambos se unieron para representar la primera obra, Carmen, en 2021, y ahora vuelven a sumar por segunda vez para presentar La bohème durante los próximos días 7, 9 y 11 de junio con las entradas prácticamente agotadas.
La ópera de Puccini llega a Alicante en un esfuerzo mayor después de un año de preparativos para adaptar esta obra al ADDA con un montaje, el mayor hasta la fecha en el auditorio, que incluye decorados traídos desde Oviedo de gran tonelaje, y para cuya representación es necesario un equipo técnico y artístico de más de 150 personas.
La bohème es una producción escénica de la Ópera de Oviedo con la que el ADDA ha establecido un acuerdo de intercambio con la Carmen producida aquí, «con la dificultad de que todo el material hay que adecuarlo a nuestro espacio», indica Josep Vicent. Esta ópera, construida con la visión escénica de Sagi -exdirector del Teatro Real, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2020 y premio honorífico a su trayectoria de Ópera XXI- se estrenó en Oviedo en 2000, estuvo tres temporadas y se ha representado en Bilbao, Lisboa y Pamplona. Después de Alicante, viajará a Tel Aviv y a Málaga.
«La circunstancia especial es que esto no es un teatro y ese es el desafío que tiene montar esta Bohème aquí, en un auditorio donde no hay telar, no hay hombros, y montarla exactamente igual que la que se acaba de ver en Lisboa y en Pamplona. En el descanso no se cierra el telón y el público todavía va a tener una cosa más: ver cómo cambia el decorado, cuando en ningún teatro se ve. Ese es el desafío importante del ADDA, que ha tenido la valentía de hacer un montaje concebido para un teatro. Porque la Carmen del año pasado estaba concebida para el ADDA, no tenía telar, era más minimal; en cambio esto es un montaje concebido para un teatro y que se haga aquí es lo valiente», indica el director de escena.
Josep Vicent ve esta singularidad como una virtud, ya que confiere a la ópera «un elemento de modernidad increíble, esa posibilidad de ver en vivo todos los elementos de un montaje, que incluyen también al equipo técnico, los movimientos escénicos, que van a estar expuestos con total desnudez». Lejos de restar, a su juicio «da más» al público y «abre un camino en la música escénica hacia la modernidad. Se trata de jugar con las posibilidades de combinar la luz, la escenografía, la música, la danza, el canto. Y las posibilidades son infinitas».
El decorado se ha instalado en tres días, pero el trabajo duro ha sido en las semanas previas: ha habido que montar un suelo nuevo para reforzar el existente porque el decorado de la buhardilla va con ruedas y pesa varias toneladas; montar una tramoya sin patas, colgarla, motores en el techo… «Cada vez que hacemos algo nuevo, el ADDA madura: los equipos, las posibilidades técnicas, la gestión. Esta producción nos deja cosas técnicas ya para siempre. Todo eso es bagaje para el próximo proyecto y podemos soñar más allá, aunque no siempre el tamaño va ligado a la calidad y se puede ser muy creativo con muy poco», indica Vicent.
Reparto y ambientación
Con un reparto encabezado por el tenor mexicano Ramón Vargas en el papel de Rodolfo y la asturiana Beatriz Díaz en el de Mimì; les acompañan Luca Espinosa, David Menéndez, Manel Esteve, Manuel Fuentes y Gerardo López en los roles de solistas junto a un coro de 45 personas, además de casi 80 músicos de la orquesta ADDA Simfònica y una treintena de técnicos entre iluminadores, electricistas, sastres, peluqueros, maquilladores etc.
Todo ello para mostrar una Bohème ambientada poco antes de Mayo del 68 y no como Puccini la planteaba, a mitad del siglo XIX tardío en el Barrio Latino de París (aquí se parece más a Montmartre), para acercar a un público más actual esta historia de amor y juventud sin salida. «La revolución del 68 habla de lo mismo, los jóvenes no ven futuro y esa falta de poder avanzar, sobre todo los artistas, hace que se echen a la calle. Yo intento narrar lo que hay y quise reflejar esa época con los letreros de paz, el póster del Che, la manifestación de las feministas, los existencialistas… Todo eso dentro de un ambiente muy alegre que acaba muy mal. Esa es la emoción de La bohème. Todas las obras de Puccini buscan la emoción», explica Sagi, que indica que la teatralidad predomina en esta ópera: «No la imagino en un concierto porque es puro teatro».
■ Información, 5 de junio de 2023 · África Prado