Flor imprescindible de la zarzuela

Flor imprescindible de la zarzuela

Beatriz Díaz se ganó al público vestida de Clarita, personaje que esta soprano todoterreno dominó sin problemas en pareja perfecta con David Pérez Bayona como Capó

 

La zarzuela La del manojo de rosas de Sorozábal volvió a florecer en el Teatro Campoamor, y lo hizo en la producción emblemática del director de escena Emilio Sagi. El público asturiano aún recordaba este montaje en la programación de los inicios del Festival de Teatro Lírico Español, con casi tres décadas de historia. La propuesta, que renovó en buena parte la escenificación de la lírica nacional, supuso así el regreso de Sagi a Oviedo, recibido con una ovación cálida y para premiar un «Manojo» que nunca pasa de moda.

El madrileño barrio donde se ubica la floristería de Ascensión cobró de nuevo vida con las páginas musicales inolvidables de esta zarzuela, trufadas de ritmos de moda de la época. Con Óliver Díaz en el podio musical, Oviedo Filarmonía extrajo todo el jugo a la riqueza que crece desde el foso, siempre cuidando los volúmenes, para articular un todo indisoluble ante una escena de detalles exquisitos, mientras se pasean por las tablas los modelos de la siempre recordada Pepa Ojanguren. Así, todos los elementos se abrazan en la producción para crear un conjunto de valor audiovisual muy elegante y expresivo, casi de ensueño, que atrapa al público mientras se engarza el material musical recurrente y las melodías inspiradas del compositor de San Sebastián.

En esta ocasión, la soprano Carmen Romeu repitió en Oviedo como Ascensión, segura en el escenario para interpretar a una mujer valiente que toma sus propias decisiones, en un triángulo amoroso condicionado por posicionamientos sociales. La soprano valenciana se impuso en la romanza «No corté más que una rosa», con todo el carácter ante el supuesto engaño de su enamorado Joaquín. En su piel estuvo el barítono Alfredo Daza, que en el dúo «Hace tiempo que vengo al taller» ya mostró su caudal vocal, si bien destacó sobre todo en el segundo acto, en momentos más expresivos como la romanza «Madrileña bonita». El tercero en discordia es Ricardo, que interpretó Juan Noval-Moro, resuelto en la escena y con aplomo vocal para defender por ejemplo ese chotis con su oponente («¿Quién es usté?»), perfectamente hilvanado en la voz del tenor.

La pluma de Sorozábal condujo a un final de primer acto destacado en la interpretación, con el pasodoble en el que Ascensión aclara la situación ante todos con Joaquín: un número de síntesis de elementos musicales en el cual Romeu lució su especial color vocal, mientras lamentaba el querer de la protagonista. El segundo acto custodió momentos para el recuerdo, como el cuadro segundo («¿Qué está esto muy bajo?»), con un dúo para estremecer bajo las luces de Eduardo Bravo: los dos enamorados se sienten desorientados bajo una lluvia que parece arrastrar sentimientos, mientras el tiempo se desvanecía. En el segundo acto, Romeu y Daza brillaron especialmente; ella con sus amplios medios y él más flexible en lo vocal. Con la ruptura de Ascensión y Ricardo se aceleró el final, no sin la intervención de sus amigos, quienes también formaron otro triángulo imprescindible.

Beatriz Díaz se ganó al público vestida de Clarita, personaje que esta soprano todoterreno dominó sin problemas en pareja perfecta con David Pérez Bayona como Capó, quien también cautivó al público como actor y cantante en este Manojo. Ciertamente, los momentos de esta pareja pasaron a primer plano, muy cuidados en la escena, con el foxtrot «Tienes que ser dócil como un can» y la farruca «Chinochilla de mi charniqué», cuando Capó amedrenta a Espasa. En el rol del camarero con chispa, que «orozopina» acerca de todo, estuvo Ángel Ruiz, para revivir este personaje cómico con personalidad propia. Milagros Martín, Enrique Baquerizo, Fernando Marrot y Carlos Mesa, junto con la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, pusieron desde sus cometidos la guinda de la función en esta zarzuela imprescindible.

Ópera Actual, 21 de mayo de 2021 · Diana Díaz