Lo que el 18 de diciembre se vivió en el Teatro Campoamor quedará para la memoria de las veladas líricas de la Ópera de Oviedo […] El reconocimiento del público, en pie, ante su debut como Cio-Cio San, trascendió toda admiración previa para responder a una interpretación antológica […] Decía María Callas que «no es suficiente con tener una bella voz. La tienes que tomar y romper en mil pedazos» ante un personaje. Quizá Beatriz Díaz hizo algo así al preparar este rol imprescindible mientras examinaba la historia de la frágil geisha; porque lo que ha hecho es un trabajo profundo que la ha llevado a conocerse aún mejor como cantante y a crecer como artista. En la piel de la soprano se descubrió una Cio-Cio San inocente y complaciente, cuando la protagonista aún es ajena a su infortunio. En ese primer momento ya se contempló un trabajo exquisito, con un fraseo emocionante y siempre sensible a los elementos musicales para conjugar con su voz […] y así lo expresó la soprano con flexibilidad en sus curvas vocales y con una ternura que deja entrever firmeza de carácter («repudiada y feliz»), frente a los presagios. En el segundo acto el público suspiró ante los sentimientos encontrados de Butterfly, con un canto lleno de matices, entre la añoranza y la desesperanza, con un largo aplauso en «Un bel dì, vedremo». Brilló ante el desengaño, con nuevos aplausos para «Che tua madre dovrà» […] Ese «quiero que me vea con el velo del primer día» bastó para encoger el ánimo del público, antes de anochecer con las voces del Coro de la Ópera de Oviedo «a bocca chiusa». Las emociones siguieron a flor de piel en el tercer acto («Duerme amor mío»), cuando la madre toma las riendas de su destino y se enfrenta al desenlace, con momentos estremecedores («Mírame bien amor mío») [...] El telón el viernes bajó con una larga ovación que premió especialmente la Butterfly de Díaz, que merecen disfrutar públicos de muchos otros teatros. Que las luces del teatro permanezcan encendidas con su música.
Ópera Actual, 22 de diciembre de 2020