¡Y que cumplan muchos más!

¡Y que cumplan muchos más!

Beatriz Díaz, en un momento vocal pleno, respondió con su bellísima línea de canto a los agudos poderosos de José Bros y Óliver Díaz condujo a la orquesta con mano firme


Dos figuras de la lírica muy queridas en Asturias se unían para celebrar una carrera que sigue al alza con el paso de los años, cumpliendo treinta desde su debut el tenor barcelonés José Bros y veinte la soprano allerana Beatriz Díaz, dos cantantes que han compartido escena varias veces y volvían este viernes, casi navideño, al Teatro Campoamor donde tantas noches hemos disfrutado con sus triunfos, esta vez junto a la Oviedo Filarmonía (OFIL) dirigida por el ovetense Óliver Díaz. El programa, a la manera habitual en este tipo de recitales, se organizó con ópera y zarzuela en dos partes junto a oberturas e intermedios que sirven para el descanso de las voces, sin perder coherencia con las obras elegidas, entrelazando arias y dúos de calado, más romanzas de nuestro gran género para que Bros y Díaz repasasen sus mejores momentos sobre las tablas.

Tener a la Oviedo Filarmonía bajo la batuta de Óliver Díaz es asegurar calidad y buen entendimiento, una orquesta que también va cumpliendo años y creciendo por igual encima del escenario que desde el foso, como en esta gala aprovechando la escena de Hamlet, volviendo a demostrar en las páginas instrumentales una sonoridad corpórea y una musicalidad para la lírica realmente destacable, especialmente en el «Intermedio» de Manon Lescaut (Puccini) donde sigue emocionando no sólo por conocido sino por lo bien interpretado que estuvo, además de la poco escuchada obertura de La Princese jaune, op. 30 (Saint-Saëns), y otro tanto con las páginas de zarzuela, desde el bellísimo «Intermedio» de La pícara molinera (Luna) abriendo la segunda parte, al menos escuchado y bellísimo de La montería (Guerrero), género donde el maestro Díaz es un referente y verdadera autoridad, reafirmando el buen entendimiento y la química entre formación y director.

En las arias y dúos además de disfrutar con las voces de Bros y «la Díaz», la orquesta de la capital estuvo siempre al servicio de ellas, con «el Díaz» ovetense sacando lo mejor de lo músicos, mimando cada pasaje, degustando unas partituras que son oro molido, especialmente Puccini y Massenet, y que con la OFIL «abajo» nos permitió escuchar al dúo en su vocalidad total «arriba». De las arias operísticas José Bros nos dejó dos con su entrega total como «un obrero de la lírica» -así se define el catalán- y la conocida profesionalidad a lo largo de toda su longeva carrera, este viernes con algún problema añadido, puede que alguna afección sobrevenida ante el frío de diciembre que siempre provoca alguna flema o «telilla», amén de sus cambios de color buscando la expresividad, casi cincelando cada nota, mejorando en el fuerte de unos agudos aún poderosos, que fue solventando a lo largo de la gala, páginas que ha llevado por medio mundo, siendo Oviedo una de las paradas obligadas: la conocida «Una furtiva lagrima» de L´elisir d`amore (Donizetti) del Nemorino todavía frío abriendo velada y «Pourquoi me réveiller», de Werther (Massenet) con el que siempre viene a mi memoria Alfredo Kraus, flojo pero sentido y aplaudido.

La asturiana Beatriz Díaz, en un momento vocal pleno, se mostró cómoda en escena donde es envidiable cómo afronta cada personaje, eligiendo para comenzar «Ebben? Ne andrò lontana» de La Wally (Catalani), bellísima línea de canto llena de matices, y la esperada «Mi chiamano Mimì» de La bohème (Puccini) que tras años como Musetta por fin debutará como protagonista el próximo año en Alicante, un rol que no me cansaré de repetir parece escrito a su medida, jugando con los registros, filados «marca de la casa», emoción y carne de gallina en esta página que nuestra soprano ha hecho suya totalmente. En esta parte operística, dos de los dúos donde admirar la suma de entendimiento y buen gusto de esta pareja felizmente arropada por la orquesta bajo la batuta clara y precisa del maestro ovetense: «Suzel!… Come si è fatta pallida» de L´amico Fritz (Mascagni), la misma donde coincidieron por primera vez en noviembre de 2002, que con el paso de los años alcanza la madurez necesaria para afrontarla en su plenitud, pura escena donde un Fritz comedido no brilló tanto como la dominadora Suzel, más la emocionante escena de Saint-Sulpice de Manon (Massenet), maravilloso dúo que de nuevo con el que «La Díaz» asombró de principio a fin, la juventud ya madura para esta Manon francesa hoy allerana (con)venciendo al Des Grieux barcelonés.

Nuestra zarzuela necesita voces como las de este viernes para ponerla en el mismo lugar que «la hermana mayor», y así pudimos comprobarlo en la segunda parte con las dos romanzas de soprano «Qué feliz mi vida fuera» de La labradora (Magenti) y «Tres horas antes del día» de La marchenera  (Moreno Torroba) no lo suficientemente escuchadas pero que Beatriz Díaz cantó con su impresionante técnica y musicalidad, la misma que hace poco llevó a Sao Paulo (Brasil) en una gala puramente española, estilo y salero inconfundibles, gracejo y buen cantar, junto a las más conocidas de tenor «Por el humo se sabe» de Doña Francisquita (Vives) y «No puede ser» de La tabernera del puerto  (Sorozábal) donde José Bros superó los problemas iniciales mostrándose cómodo en el registro medio y más pleno en los agudos, agradeciendo su entrega en unas partituras donde siempre sobrevuela en mi recuerdo «el tenor» (entiéndase Don Alfredo Kraus Trujillo).

Y otros dos dúos de altura para redondear las intervenciones en solitario, primero «Le van a oír» de Doña Francisquita (Vives), Fernando Bros y Francisquita Díaz en dramaturgia pura antes de la sorpresa previa al último número. Proyectando un vídeo que recogía los mejores momentos en el coliseo lírico de la capital asturiana de esta pareja, especial el «Elisir» de ambos (2017), o los Puccini únicos de la allerana: Liù (2012) más la inolvidable Butterfly (2020) que emocionó a todos, incluyendo al que suscribe por haberlos vivido con ellos. Palabras de agradecimiento a «las melodías de Oviedo» como rezaba el último fotograma, Bros siempre querido y entregado en el escenario, Díaz reconociendo estar en casa recogiendo el cariño del público sin el que nada tendría sentido. Secando lágrimas y tragando saliva, al fin el mejor cierre con el conocido «Torero quiero ser» de El Gato Montés (Penella), Juanillo rematando faena, Soleá con mantón de verónica, Bros bravo, Díaz cautivadora y la música torera de la OFIL con el mayoral Díaz en el arte de la doma, que no rejoneo, para completar un cuadro final soberbio.

Y si el regalo fueron las propias voces, aún nos darían el suyo: Bros El último romántico (Soutullo y Vert) con «Bella enamorada» rematando esta gala de menos a más, tras Beatriz Díaz rescatando de su amplio repertorio la canción andaluza de El dúo de La Africana (Fernández Caballero), que sigue ganando con los años, y el mejor colofón con la jota «No cantes más La Africana», dúo de aniversario con dos carreras que tras diez años de distancia volvían a unir sus caminos en este punto de encuentro lírico que es el Teatro Campoamor, esperando como finaliza la canción que no se interpretó «…Y que cumplan muchos más».

Ópera World, 17 de diciembre de 2022 · Pablo Álvarez Siana