«Asturias tiene unos mimbres estupendos para hacer música de primer nivel»

«Asturias tiene unos mimbres estupendos para hacer música de primer nivel»

Beatriz Díaz, que actúa en dos papeles antagónicos en la Temporada de Ópera de Oviedo, afirma: «Con ‘Il tabarro’ y ‘Gianni Schicchi’ vamos a mostrar el drama y la comedia de Puccini, sus distintas formas de escribir»


La soprano allerana Beatriz Díaz interpreta dos roles antagónicos en la segunda entrega de la 76.ª Temporada de Ópera de Oviedo. El programa doble que se estrena el 7 de octubre, a las 19.00 horas, está dedicado a Puccini y lleva a escena dos de las obras del tríptico del compositor italiano, Il tabarro y Gianni Schicchi. En la primera es la trágica Giorgetta, en la segunda encarna a la ingenua Lauretta.

–Protagoniza la nueva entrega de la temporada de ópera.
–Tengo dos personajes. Esto forma parte del tríptico de Puccini, que lo conforman tres obras, pero en esta ocasión se van a representar dos, la primera es Il tabarro y la segunda Gianni Schicchi. Puccini quiso mostrar sus distintas formas de escribir. La primera es un drama, una obra verista, con un triángulo amoroso, ambientada en París… Hay un viaje, porque la primera transcurre en París y la segunda en Florencia. En París, los protagonistas viven en una barca, ella lo lleva mal, nació en Belleville y le gusta pisar el suelo, ella lo dice. La música es muy descriptiva y por momentos notas el movimiento del agua, las olas y un ambiente opresivo. Ella está con uno de los marinos que trabajan para su marido, hay un desenlace trágico, y a mitad de función se descubre que el hijo del matrimonio murió y que quizás ello haya sido el desencadenante de la ruptura de la pareja. Tragedia, tragedia, tragedia.

–¿Y Gianni Schicchi?
–Afortunadamente, con ella llega la alegría, la luz. Es una comedia, en torno a la muerte también, pero aquí va de un ricachón que deja una herencia que todos quieren: una mula, un molino y una casa. A partir de ahí se hila la trama, un enredo de familia muy divertido. Es el contrapunto necesario: la primera es gris, profunda y densa y esta es un chute de vitalidad, divertidísima. Yo me desternillo de risa viendo a mis compañeros. Con trabajo, con mucho trabajo: escénicamente no paro. Tanto con Paul-Émile (Fourny) como con (José Miguel) Pérez Sierra estamos haciendo un equipo estupendo.

–¿Son obras corales?
–La primera no, Il tabarro son cinco personajes y es más intimista, el triángulo amoroso es el que lleva el peso; la comedia es muy coral, risas, gritos, voces… no hay coro, ellos hacen las partes corales.

–Cambiar de registro tan radicalmente en una misma función requerirá un esfuerzo.
–Giorgetta, el primer papel, es muy intenso; Lauretta lo que tiene es el «Mio babbino caro», esa perla dentro de esta locura. Puccini era muy teatral y especificaba hasta la edad de los personajes, las partituras tienen miles de acotaciones. Según el libreto Giorgetta tiene 25 años y Lauretta 21, pero son vivencias muy diferentes. Giorgetta está casada con Michele, que tiene 50 años, ha tenido una vida de trabajo duro, ya vivió mucho; Lauretta es la ingenuidad, el primer amor. Giorgetta es desgarrada, con mucho grave… Incluso a veces, cuando se representa el tríptico, son distintas las cantantes que interpretan los personajes.

–Cada vez hay más cantantes asturianos en la ópera ovetense.
–Es maravilloso, tenemos unos mimbres estupendos para hacer música de primer nivel, en todos los estamentos: directores musicales, de escena, cantante, músicos… Todo. Deriva de la tradición y el ambiente que hay aquí. La música es un modo de vida, y está empezando a verse como tal. No es una vida fácil, pero vivir se vive. Yo vine a ver a los compañeros a Manon y me pareció una pasada, del primero al último, y aquí está (Miguel Ángel) Zapater, que es asturiano, y estoy yo. Teniendo la plataforma que tenemos es obligado que se den oportunidades, luego tienes que salir al mundo y batirte con los de fuera. No les dan trabajo por ser asturianos, se lo dan porque son buenos, eso lo leí en LA NUEVA ESPAÑA.

–Lo dijo Ana Nebot, que trabajaba en Manon.
–Estoy muy de acuerdo con esa aseveración. Realmente hay un estándar de calidad.

–Se podría ir pensando en hacer una escuela de ópera.
–Sí, sí. En Bolonia había y en Valencia lo hicieron también, en la Scala de Milán hay también una escuela. Una idea para nada descabellada.

–¿Pero a la gente joven le interesa profesionalmente la ópera?
–Mucho, cada vez más gente y cada vez más joven. Hay mucha más gente cantando, más que antes, y a un nivel muy aceptable, si hablamos de excelencia ya son menos. Hay más gente que nunca compitiendo por un rol y mujeres más, si hablamos de sopranos ni te cuento.

–En la lírica, en general, ¿mandan más las mujeres que los hombres?
–No sé, yo creo que las perlas son los tenores, que hay pocos. Aquello de los divos, las divas, afortunadamente está decayendo. Yo soy una trabajadora en la lírica, con una exposición grande, porque trabajo de cara al público, pero una trabajadora.

–Con un trabajo duro.
–Cuando era más joven era una aventura continua: vamos aquí, allá, guauuu… Cuando tienes una familia, un peque, es muy distinto. La conciliación en el momento en que vas a trabajar un mes fuera… ¿dónde está? Cierto es que es un trabajo intermitente, cuando estás en casa estás 24 hora y es un tiempo de calidad, pero tienes que contar con que ciertas cosas te las vas a perder, eventos buenos y malos.

–¿Cómo ve la temporada del Campoamor en su aniversario?
–A tope. Manon arrasó, Emilio Sagi es maravilloso y Nuno (Coelho), al que yo no había visto nunca, también. Nosotros vamos a sembrar el drama pucciniano, y la comedia, la comedia que hizo. Lo siguiente es Falla y Granados; La Traviata, que es el título, si nunca has ido a la ópera tienes que ir a ver Traviata, y luego Wagner. Una temporada poliédrica y para todos los gustos.

–¿Proyectos?
–Voy a estar por España, ahora hay mucho encargo de última hora. El año que viene estaré aquí en el festival de zarzuela: no puedo decir en qué. Me voy a Tenerife, a hacer ópera contemporánea… Cambiando de roles, saliendo de la zona de confort. Y el año que viene, que va a ser año Puccini, ahí voy a estar. Al fin y al cabo, eso es lo que me gusta y es con lo que quiero que me identifiquen.

La Nueva España, 24 de septiembre de 2023 · Elena Fernández-Pello