Beatriz Díaz es Madama Butterfly

Beatriz Díaz es Madama Butterfly

El reconocimiento del público, en pie, ante su debut como Cio-Cio San, trascendió toda admiración previa para responder a una interpretación antológica

 

Lo que el 18 de diciembre se vivió en el Teatro Campoamor quedará para la memoria de las veladas líricas de la Ópera de Oviedo. Es cierto que a la soprano asturiana Beatriz Díaz se la quiere, y mucho, en estas tablas, pero el reconocimiento del público, en pie, ante su debut como Cio-Cio San, trascendió toda admiración previa para responder a una interpretación antológica. La conexión fue íntima con el público, como expresaba esta protagonista de Madama Butterfly del Viernes de Ópera tras la función. Decía Maria Callas que «no es suficiente con tener una bella voz. La tienes que tomar y romper en mil pedazos» ante un personaje. Quizá Beatriz Díaz hizo algo así al preparar este rol imprescindible mientras examinaba la historia de la frágil geisha; porque lo que ha hecho es un trabajo profundo que la ha llevado a conocerse aún mejor como cantante y a crecer como artista.

En la piel de la soprano allerana se descubrió una Cio-Cio San inocente y complaciente, cuando la protagonista aún es ajena a su infortunio. En ese primer momento ya se contempló un trabajo exquisito, con un fraseo emocionante y siempre sensible a los elementos musicales para conjugar con su voz. En su encuentro con Pinkerton la evolución del personaje da un paso más, y así lo expresó la soprano con flexibilidad en sus curvas vocales y con una ternura que deja entrever firmeza de carácter («repudiada y feliz»), frente a los presagios.

En el segundo acto el público suspiró ante los sentimientos encontrados de Butterfly, con un canto lleno de matices, entre la añoranza y la desesperanza, con un largo aplauso para Díaz en «Un bel dì, vedremo». Brilló ante el desengaño, con nuevos aplausos para «Che tua madre dovrà». El trabajo musical de Óliver Díaz, al frente de Oviedo Filarmonía sostuvo el poder dramático de la obra con una música exuberante. Ese «quiero que me vea con el velo del primer día» bastó para encoger el ánimo del público, antes de anochecer con las voces del Coro de la Ópera de Oviedo «a bocca chiusa». Las emociones siguieron a flor de piel en el tercer acto («Duerme amor mío»), cuando la madre toma las riendas de su destino y se enfrenta al desenlace, con momentos estremecedores («Mírame bien amor mío»).

Su Pinkerton fue el tenor Fabián Lara, de medios amplios, como se contempló ya en el primer dúo. En el dúo con Butterfly mostró toda su dulzura sin perder vigor interpretativo. No obstante. donde más lució el cantante mexicano fue en los momentos de mayor fuerza vocal, como en el tercer acto, con los remordimientos del marine. En el segundo y tercer actos se impuso además César Méndez, que debutaba en Oviedo como Sharpless; el barítono puertorriqueño mostró una voz más pequeña pero perfectamente conformada, mientras intentaba mediar con Butterfly, e incluso defenderla ante Pinkerton; posiblemente, este fue el mejor momento del cantante el viernes, en el último acto.

Hay que destacar la interpretación de Nozomi Kato en ambos repartos como Suzuki, personaje fundamental en el desarrollo de la ópera, siempre del lado de Butterfly. El dúo de las flores fue delicadísimo, con un inicio de acto segundo muy sólido en la voz de la fiel sirvienta, muy veraz dramáticamente, también en el último acto, sintiendo el dolor de Cio-Cio San. También repitió en el reparto el tenor Jorge Rodríguez-Norton, quien encarnó un excelente Goro, muy bien ajustado en carácter.

Con todo, el telón el viernes bajó con una larga ovación que premió especialmente la Butterfly de Díaz, que merecen disfrutar públicos de muchos otros teatros. Que las luces del teatro permanezcan encendidas con su música.

Ópera Actual, 22 de diciembre de 2020 ● Diana Díaz