Emilio Sagi lleva la desesperada revolución de los jóvenes de «La bohème» al Mayo del 68: «No ven futuro»

Emilio Sagi lleva la desesperada revolución de los jóvenes de «La bohème» al Mayo del 68: «No ven futuro»

El director escénico estrena en el ADDA de Alicante su versión de una de las óperas más representadas y confiesa sus ganas de que le encarguen nuevas


En una sociedad en decadencia total donde los jóvenes no encuentran lugar para su futuro, dos de ellos se enamoran y su historia cambió la historia de la ópera. Rodolfo -el tenor mexicano Ramón Vargas- y Mimí -la soprano asturiana Beatriz Díaz- vuelven a subir a los escenarios, en este caso en la ciudad de Alicante, para hablar de revolución y de amor. El director de escena Emilio Sagi y el de la orquesta ADDA Simfònica Josep Vicent presentan su versión de La bohème de Puccini en su nuevo proyecto conjunto.

La ópera vuelve al ADDA esta semana en tres pases: miércoles, viernes y domingo. Los dos maestros celebran la muy buena acogida que ha tenido el montaje con el que reanudan su colaboración, a la espera de un futuro tercero que ya están planeando. Se trata del mayor montaje que jamás han realizado en el auditorio ADDA y estas semanas han sido muy intensas en los preparativos técnicos para que los artísticos puedan desarrollarse bien.

Los decorados del París que vivirá la revolución del Mayo del 68 son enormes, pesan toneladas y no tienen ningún telón que los esconda. «Ese es el desafío que tiene montarla aquí, en un auditorio donde no hay telar ni hombros, y montarla exactamente igual que en Lisboa y Pamplona», cuenta Sagi sobre la coreografía técnica que debe añadir a la versión que nació para la Ópera de Oviedo dos décadas atrás y que aún sigue girando por el mundo.

Josep Vicent, como responsable también del centro, valora la oportunidad de presentarla así y la transformación que ha sido necesaria para ello. «Esta producción nos deja cosas técnicas en el espacio que ya están aquí por siempre», recalca. Aparte, «le da un punto de modernidad increíble ver todos los montajes, que incluye los movimientos escénicos en toda su desnudez».

El alarde técnico que supone este montaje, y que los miles de espectadores previstos para los tres pases verán de forma transparente, no pueden ocultar la fuerza de la música de Puccini para el libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa que crearon el espectáculo total. «La bohème es puro teatro y pura emoción», recalca Sagi, «es una ópera en la que la teatralidad sobrepasa totalmente lo que es. No podría imaginarla en un concierto». «Solo tiene sentido cuando la haces desde lo teatral», tercia Josep Vicent, «porque un tema puede parecer triste pero es irónico y otro feliz es dramático».

¿Cómo mantiene esas ideas Sagi en su versión? Para empezar cambia el momento histórico. «Puccini la plantea a mitad del XIX y yo lo paso a un poco antes de Mayo del 68», razona. Con ello cree que mantiene el contexto de «una época de decadencia total en Francia y de unos problemas económicos tremendos, con la gente sin futuro». El París de 55 años atrás «fue un poco lo mismo porque los jóvenes no ven un futuro para ellos». «Esa falta de vida y de poder avanzar y tener un futuro importante, sobre todo los artistas, es lo que hace que se echen a la calle», añade.

Los carteles con el símbolo jipi de la paz o la cara del Che Guevara ven pasar ante ellos la manifestación de las feministas existencialistas del mismo modo que el nacimiento del amor entre Rodolfo y Mimí. Todo sucede «dentro de un ambiente alegre que acaba muy mal. Esa es la emoción de La bohème. Y todas las obras de Puccini lo que buscan es la emoción fuerte», apunta Sagi.

Este montaje tenía un significado especial para el director de escena cuando la estrenó a principios de siglo en Oviedo. «Había sufrido muchas muertes de amigos de mi generación y no por tuberculosis sino por el sida», recuerda. Tanto es así que su madre le decía que él ya tenía más amigos muertos que los que podía tener ella. Por eso quiso acercar al siglo XX la historia: «Si Mimí aparece vestida como en el XIX le da una atmósfera cursi y la gente lo ve como algo decimonónico, cuando se ve más cercano emociona y llega mucho más».

Dos décadas después, «la muerte de Mimí es la muerte de la juventud, de la vida sin pensar en que pasará mañana, que es lo que viven todos ellos». Sagi promete que los jóvenes que acudan van a sentir cómo les pica la emoción cuando vean la intensidad de lo retratado en este París con ecos al Madrid del 15M. «Te da esa tristeza de esos momentos históricos, lo que les pasa a estos jóvenes que están en la vida bohemia llega y te da una cierta resquemor», concluye, «esos golpes en una juventud tardía son los que te hacen pensar que la vida no es todo lo de color de rosa que pensabas».

El Español de Alicante, 5 de junio de 2023 · Miquel Hernandis