«Los gavilanes» alzan el vuelo en el Campoamor

«Los gavilanes» alzan el vuelo en el Campoamor

El reparto de la obra del maestro Guerrero ultima los ensayos con la escena ya instalada


Juan ha hecho fortuna en el Perú. Así que al retornar a casa, al pequeño pueblo pesquero del que emigró años atrás, es recibido por todos con los brazos abiertos. Especialmente por Adriana, su amor de juventud, que se tuvo que casar con otro hombre y que, tras enviudar, conserva la ilusión de estar por fin con Juan. Pero el indiano se queda prendado de la hija de Adriana, Rosaura, y comienza a cercarla. Como un gavilán presto a cazar a una paloma. Este es el argumento de Los gavilanes, la zarzuela del maestro Jacinto Guerrero que se estrena este jueves, día 24, en el teatro Campoamor (20.00 horas), dentro del Festival de Teatro Lírico Español que organiza la Fundación Municipal de Cultura (FMC), y cuyos ensayos ya han comenzado. Aunque quedan varios días para el estreno, la producción se percibe ya muy madura. La escenografía está montada y en espera de que llegue a Oviedo Mario Gas para perfilar los últimos detalles. Bárbara Lluch, que ha encadenado la anterior producción de The Land of Joy con esta de Los gavilanes, se muestra satisfecha por el avance de los ensayos. «Vamos muy bien, es un lujo venir a un teatro en el que tienes tiempo para ensayar y trabajar en la escena y con los intérpretes», señala.

Es el día del ensayo antepiano, con la escena montada y todo el reparto llevando ya el vestuario del estreno, aunque alguna pieza podría cambiar aún. El foso, eso sí, está prácticamente vacío: solo están el director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez, y un pianista. «El director nos ha dicho que no forcemos, hemos tenido un buen ensayo esta mañana y habrá más antes de cantar con la orquesta», revela Ángel Ódena, que interpreta a Juan, el indiano, y será el primer cantante en salir a escena, acompañado de los coristas de la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» que dirige José Manuel San Emeterio. «La obra está muy bien, y contamos con un reparto magnífico, en el que además hay muy buen ambiente», señala Ódena. Respecto a su personaje, reconoce que encierra cierta dificultad. «El maestro Guerrero trabaja sobre un estilo de barítono muy próximo al tenor, que debía ser algo habitual en la época pero que ahora no se estila. Así que tengo que trabajar con una textura de voz más atenorada», señala.

Mientras Ódena entra en escena, en las entrañas del teatro, en la zona de vestuarios, la potente voz de Carmen Solís, en pleno calentamiento, llena los pasillos. «Esta zarzuela tiene una música muy pegadiza, con una música muy conocida y que gusta mucho», explica la soprano. «Como cantante, es una obra para disfrutar, aunque mi personaje sufre mucho, le toca vivir una situación muy dramática cuando, ya viuda, ve retornar a su primer amor y primero se ilusiona con estar junto a él, para luego sufrir por partida doble, como mujer y como madre, al ver que se encapricha de su propia hija», añade. La niña, Rosaura, está encarnada por Beatriz Díaz, que aprovecha cada hueco entre ensayos para estudiar. «Es que estoy de exámenes», señala la soprano asturiana, que ya encarnó a Rosaura en 2007. «Entonces estaba empezando, tenía 25 años y quizás más frescura, pero ahora lo suplo con experiencia», reflexiona.

Otra cantante asturiana, la mezzo María José Suárez, está a punto de ser reclamada para salir a escena. «Hago el clásico papel de actriz cantante. No tiene mucha exigencia vocal, pero me divierto mucho, son roles que me gustan, porque me gusta mucho actuar. Y en este caso más, porque el maestro Guerrero hizo para esta zarzuela unas melodías maravillosas», señala. Antes de subir al escenario, Suárez tiene tiempo a bromear un rato con José Bros, que mira de reojo un partido del Barça mientras se prepara, relajado en un camerino que siente ya como su casa, tras treinta años acudiendo al Campoamor. «Vengo con mucha ilusión. Esta fue la primera zarzuela que interpreté, y poder hacerla aquí en Oviedo, en una ciudad que tanto amo y que tanto me ha dado, y ante este público con el que tengo una relación tan estrecha, es para mí algo muy especial», confiesa. El tenor encarna a Gustavo, el joven a quien Rosaura ama, «un tipo en el que veo reflejadas algunas de mis cualidades, y al que me gusta interpretar». Y tras esta reflexión, José Bros y el resto del reparto ascienden hasta el escenario, entre bromas y risas cómplices, para unirse a Ángel Ódena y resolver ese doble triángulo amoroso que anida en el corazón de Los gavilanes.

La Nueva España, 20 de febrero de 2022 · Franco Torre